El poeta Leopoldo Panero murió en 1962 en Astorga, su ciudad natal. Catorce años más tarde Felicidad Blanc, su viuda, y sus tres hijos evocan aquel caluroso día de agosto. Y a partir de ese recuerdo surgen otros que se van encadenando. Y a través de la palabra y del recorrido por habitaciones, objetos, calles y lugares perdidos, se desvela la historia de unos años y de unas personas unidas por vínculos familiares que en ningún momento huyen de la expresión de sus diferencias y de sus identidades.