Pedro está totalmente integrado en su viejo barrio pero la amenaza de la cárcel se ha convertido en algo seguro y pesado. Así que, siendo consciente de que está viviendo sus últimos días de libertad, empieza la ronda de despedidas. Ya sin relación con Estefanía solo le quedan algunos viejos amigos y alguna responsabilidad en las chabolas. Sin embargo, la despedida más dolorosa y previsible será con su amigo Tito, que está ya a punto de morir y que hace que la entrada a prisión del Grasa pase a un segundo plano. La muerte del dueño de los Picadores supondrá un antes y un después que tiene revolucionado el ambiente a la espera de su testamento. Pedro no ha podido evitar volver a ser el Grasa y sin embargo, entiendo que es lo mejor que le ha podido pasar durante este importante periplo.