En 1991, Irene Villa y su madre fueron víctimas en Madrid de un atentado de ETA donde ella perdió las dos piernas. Su actitud sorprende a muchos, porque considera que, como el viejo refrán, ofende el que quiere y no el que puede. “Si no me hicieron daño los terroristas, no lo van a hacer unos chistes o unos insultos”, asegura la periodista.